En el centro de la carretera que va de Lambayeque a Motupe existe un gran cerro. Cuentan que ahí vivían un par de ancianos, a quienes un buen día se les presentó Jesucristo. Tenía sed y les pidió agua, pero los ancianos se negaron a ofrecérsela. En castigo, Jesucristo los convirtió en un par de cerros, y cuentan que cada vez que cae una piedra es señal de sus lamentos.