Por Julieta Saulo, Directora de Servicios de Puericultura de la ACADP @acadparg
La hipogalactia se define como una secreción láctea insuficiente para mantener una lactancia exclusiva. Ahora bien, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de hipogalactia social?
A nivel mundial las tasas de lactancia humana son preocupantemente bajas, suponiendo una pérdida del 0,70% del PBI mundial, contexto recrudecido a causa de la crisis generada por la pandemia (OMS, 2020). Este escenario fue el puntapié inicial para que autoras de la talla de Massó Guijarro comenzaran a acuñar el término: “hipogalactia social”.
La hipogalactia social o escasez lactante es provocada por una estructura socioeconómica desfavorable para esta práctica, una estructura androcéntrica de (no) derechos, que produce que la lactancia deba ser a costa de las mujeres madres, de su riqueza y su empleo, de su empobrecimiento en términos económicos, entre otras implicaciones.
La hipogalactia social constituye un problema de salud pública muy severo a nivel global, para lo que se está trabajando intensamente en la promoción de la lactancia, en tanto que derecho humano, desde estrategias multifactoriales, ya que se ha probado que los beneficios económicos y ecológicos del aumento de tasas de lactancia son notables en infinidad de sentidos.
Que la hipogalactia social no siga avanzando es un compromiso de todos y de todas.