Candidatos elegidos en forma privada. Sistema electoral espurio. Vuelta del debate público al pueblo. Opinión por Ariel H. Valloud.
Dice la primera verdad peronista que, “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”.
Lamentablemente estamos muy lejos de ello, cuando no, la agenda actual es OPUESTA a nuestra primera verdad peronista.
Definitivamente vivimos tiempos harto gravosos en términos democráticos y de cultura cívica. El pueblo que participa en nuestro sistema electoral, ha llegado a convertirse en una especie de garante de las decisiones políticas, económicas, culturales, sanitarias y sociales, que se toman a sus espaldas y en su contra entre 4 paredes, en los sótanos ritualísticos y simbólicos y por supuesto con propósitos vengativos e inconfesables.
¿Cómo es que el pueblo ha llegado a convertirse en garante con su voto, de las decisiones políticas y económicas que se toman en su contra?
El recorrido es largo y profundo, pero puede mencionarse en pocas líneas.
Los candidatos electorales se eligen a dedo, no por capacidad ni mérito, sino por los intereses que representan, a oscuras y con charlas privadas, y luego de tomada la decisión, irrevocable e inapelable cual la peor dictadura del culto a la personalidad que se tenga memoria, es publicada con un anuncio en las redes sociales (el caso más representativo del odio y menosprecio al pueblo que se tenga memoria en materia electoral).
Pero aquí viene lo más curioso: no recibe ningún reproche por dicho actuar antidemocrático, ni de su propio espacio, ni de la supuesta oposición, sino que además recibe aplausos, orquestados por el mismo sector que actúa a oscuras y luego por un efecto derrame, contagio o mimesis (porque no queda otra), el pueblo DEBE seguir sus pasos, esperando que se cumplan las promesas allí vertidas de un futuro mejor que nunca llega, o simplemente, siguiendo la agenda para no perder y asegurar “lo que se tiene”.
Es decir: el proceso electoral tiene como valor de regla y no de excepción, al MIEDO y a LOS INTERESES.
Desde el presidente de la nación hasta el último consejero escolar, es elegido con el dedo. Lógicamente habrá algún candidato que llegue por mérito, pero no superará el 0.01%). Porque además, elegir por medio del verdadero mérito es un asunto más difícil, porque necesita de una cultura cívica y axiológica de desprendimientos de egoísmos y envidias, y de política elevada y superior, para que sus pares lo elijan como su representante, eliminando los intereses y las pasiones.
No hay debate, ni mérito, ni propuestas. Han convertido a la Democracia y su sistema electoral, en un debate de puertas cerradas, en un DEBATE PRIVADO ajustado a los intereses, y cuando se hace público es para exacerbar las pasiones destructivas.
Luego se instrumenta una puesta en escena en televisión con supuestos debates donde todo se encuentra previamente digitado, donde sólo hay un intercambio de supuestos ataques mutuos, para ver quién rasguña más o menos votos de acuerdo al valor de la venganza o el llamado “voto castigo”.
Voto castigo que incluso va en desaparición, ante un pueblo tan castigado en todos los ámbitos. El voto castigo, que corresponde más a una democracia genuina (siempre y cuando “el no castigado” y votado, sea realmente opositor), va en desaparición y es reemplazado por el manejo de la caja política, los puestos en el Estado, el tráfico de influencias y la administración del aparato político.
Incluso el debate televisivo, sirve para que el “Gran Hermano” del poder real, le suba o le baje el pulgar a determinado candidato, si es que las cosas que dijo, no son de su agrado para la agenda de sus propios intereses. Incluso el Jefe del “Gran Hermano”, puede ser el dueño del canal donde los candidatos políticos debaten de cara al pueblo.
Ahora bien, supongamos que el pueblo aceptara dicha forma de hacer democracia porque recibiera algún tipo de beneficio para el país todo. ¿Funciona así?, ¿el pueblo puede verificar que recibe beneficios a corto, mediano y largo plazo, y el país se desarrolla?
La respuesta es clara: NO. El país navega en forma sistemática y continua cual Titanic recién impactado, (que no es el Titanic en realidad, sino un reemplazo para estafar a la compañía aseguradora), y con la amenaza cada vez más creciente de quiebre y hundimiento total. Y en esto no hay azar.
Por cuanto los métodos de elección de candidatos en las listas en el proceso electoral, es claramente y sin lugar a dudas, un ardid y un mecanismo de un círculo privado rojo tiránico, pero con rostro y apariencia democrática y abierta, que manda en todos los ámbitos y aspectos en la agenda nacional.
Todo lo anterior ahora dispuesto cada 4 años, con una renovación intermedia de 2 años, que INCLUSO OBLIGA DE FACTO, A QUE LOS PRESIDENTES SÓLO DUREN 4 AÑOS representando a su “frente” político (a las declaraciones y hechos recientes nos remitimos, no sólo para la Argentina sino para todo Occidente).
El Frente político es en los hechos, el síntoma y el efecto de la descomposición política. El frente político es un atisbo representativo de la crisis del antiguo bipartidismo. Un mismo frente, puede contener candidatos que piensan y actúan y actuarán totalmente en forma opuesta, pero que están allí porque llegarán a conquistar una porción de la caja del Estado con su puesto legislativo o ejecutivo. Es decir, están allí por sus intereses, y no para representar al pueblo.
Y aquí, por cuestiones de brevedad, no analizaremos los sistemátics fraudes electorales cometidos para promover e impulsar que cada gobierno dure, efectivamente, 4 (cuatro) años.
La democracia del homo videns:
Resultados electorales: se da la cuestión que, cuando se da el veredicto inicial del resultado de una elección en los medios de comunicación (la prueba para el homo videns), luego es muy difícil, o imposible, que las denuncias de fraude sean tenidas en cuenta por la Justicia para revertir el resultado, INCLUSO SI EXISTEN ABUNDANTES PRUEBAS DE FRAUDE Y DELITOS VARIOS, E INCLUSO SI LA DIFERENCIA ENTRE UN CANDIDATO Y OTRO ES DE MENOS DEL 1% EN EL RESULTADO. Esto significa pues, que se quiere tapar y NUNCA transparentar el proceso electoral.
El sistema electoral se ha transformado en una especie de concurso administrativo público, en el que no hay rendición de cuentas, ni prueba de conocimientos. Un concurso de facto para el asalto al Estado, cuyas arcas son utilizadas como botín. Un Estado trofeo y de enriquecimiento rápido. La apropiación de la caja impositiva y del PBI del pueblo, en manos privadas. Midamos la magnitud de los negocios que hay aquí involucrados.
Nuestro sistema electoral, no representa un mecanismo para una Democracia genuina, ya que el pueblo no gobierna ni delibera. Este sistema se ha transformado en un juego de traspaso del poder entre testaferros de poderosos, donde una mano lava la otra, y los candidatos se eligen para ver quien hace “zafar” mejor al anterior de los desaguisados, megadeuda y por los hechos de corrupción cometidos, procurando impunidad.
Lógicamente, estos tiempos son imposibles para una correcta gestión de un país en el largo plazo, lo que sumerge a la Nación Argentina, en un caos de luchas internas, arribismos, un sálvese quien pueda, en muchos casos luchas aparentes, para que en el fondo gobierne el mismo poder real de siempre, TODO, a espaldas del pueblo el cual se supone, debería ser el beneficiado al elegir un candidato cuando coloca su voto en la urna.
El beneficio para el pueblo.
No es tan difícil que el pueblo sea beneficiado. No hay tantas trabas burocráticas, políticas o económicas. Sólo se necesita genuina buena intención.
El fondo de la cuestión es que NO SE QUIERE BENEFICIAR AL PUEBLO. Y “beneficiar” no significa implementar una serie de negocios, no significa implementar un estado de hedonismo hueco y embrutecedor, no significa tampoco un estado de sufrimiento continuo, con crisis económicas y sanitarias armadas e ingenierizadas, todo siempre bajo una promesa de un beneficio futuro de cambio que nunca llega.
¿Cuál es el beneficio para el pueblo?
El “beneficio” es que la representación cumpla con los derechos humanos elementales normados tanto por la Constitución Nacional, como por los tratados internacionales, de la que tanto hacen gala desde los grandes medios de comunicación y desde la política vernácula.
El meganegocio DEL SISTEMA ELECTORAL ACTUAL conlleva una estructura gigantesca de lobbys, de tráfico de influencias, de luchas internas por el reparto de la torta, corrupción, cuando no aventureros, donde los buenos valores humanos han LITERALMENTE DESAPARECIDO DE LA AGENDA DE DEBATE.
Sólo un ejemplo: la Jueza Servini, quien tiene a cargo el registro y control de avales y afiliaciones políticas partidarias, mira para el otro lado cuando su Secretaría Electoral, recibe millones de afiliaciones falsas al año (el afiliado no sabe ni siquiera que está afiliado). Estos avales y afiliaciones falsas funcionan como la base para recibir fondos públicos a las organizaciones partidarias y frentes políticos, financiar campañas política, e incluso, se puede ser presidente, con avales falsos (truchos).
Mientras tanto, la jueza Servini va a cenar con el “círculo rojo”, pero los temas debatidos en las mesas, no son de incumbencia para el pueblo <<PROFANO>>.
La democracia donde el pueblo es PROFANO.
Así es como designan al pueblo, que está por fuera de sus intereses, con un término religioso bíblico, PROFANO que significa también “blasfemia”, se refiere a la falta de respeto por las cosas que se consideran sagradas, lo que implica cualquier cosa que inspire o merezca reverencia, así como un comportamiento que muestre una falta de respeto similar o que cause una ofensa religiosa. Émile Durkheim dijo que la distinción entre lo sagrado y lo profano era fundamental para la realidad social de la religión humana.
Es decir que el pueblo no merece inmiscuirse en los asuntos político electorales para lo cual es llamado a votar cada dos años, porque es irrespetuoso, es blasfemo, es PROFANO.
¿Cómo podría el pueblo ser reverente y estar inspirado, si lo han sumergido en la completa ignorancia y procuran sistemáticamente que no abandone dicho estado de desconocimiento absoluto?
SINIESTRO.
La democracia debe volver al pueblo. Nuestra verdadera Democracia:
(1) “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”.
(9) La política no es para nosotros un fin, sino solo el medio para el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional.
No es una democracia ni un proceso electoral genuino, donde el pueblo, en una obediencia debida, debe poner una papeleta en una urna cada dos años, cuando ni siquiera conoce ni al primero, ni al último candidato, y mucho menos tiene las propuestas por la cual “el elegido” es de quien supuestamente recibirá un beneficio por ello.
Se ha convertido al pueblo votante, en un garante de las decisiones de un poder central, muchas veces invisible, ubicuo. Un oligopolio político, mediático y económico.
Un volver a la plaza pública.
Una democracia y un proceso electoral genuino son aquellos en los que se eleva la cultura, la política, la economía y el civismo del pueblo.
Proponemos e impulsamos una creciente vuelta a la participación directa, que aunque prima facie, pareciera caótica, no lo será con el asentamiento genuino de dicha participación y más aún si tiene impulso real desde las instituciones. Porque la plaza pública es una metáfora.
El debate político referido a lo público y a lo popular, no se resume a tener la presencia de “hinchas fútbol” o tribuneros que gritan haciendo fuerza por uno y otro bando en un espectáculo deportivo, previamente arreglado en el escritorio. La política no es un partido de fútbol. La política debe transmutar los valores para el bien.
La participación real y la comunicación directa entre ciudadanos es la mejor estrategia formativa, cívica y política, y es la mejor forma de evitar el monopolio político de decisiones privadas entre cuatro paredes, la creación de caudillismos negativos y perjudiciales, que filtran mensajes de propaganda política a través de los medios de comunicación, financiados por ellos mismos o incluso siendo sus propios dueños.
Pero no sólo basta con volver al debate y la participación directa, se necesita constancia, compromiso, buena intención y una buena y correcta escala de valores, dejando de lado los intereses espurios y las pasiones destructivas, bajar de la tribuna, para pasar a la cancha.
Ariel H. Valloud
Labor Peronista.