Una de las leyendas rusas que hacen referencia a un período histórico aún anterior a la creación de Kiev es la bylina de Sadko, una antigua epopeya rusa y generalmente transmitida en verso.
La historia nos narra cómo un joven guslar (músico que toca el gusli, un antiguo instrumento tradicional ruso) procedente de Novgorod se ganaba la vida tocando, algo que hacía con gran habilidad. Sin embargo, llegó un momento en que otros músicos llegaron a la zona y poco a poco Sadko empezó a perder clientela, hasta el punto de dejar de ser contratado. Un día, entristecido por su pobreza y ante el hecho de que nadie le contrataba, empezó a tocar a orillas del lago Ilmen.
Tras acudir varias veces a tocar al Ilmen, un día se le apareció el dios de las aguas del lago. Este le dijo que le había escuchado tocar y quería ayudarle en su difícil situación. Le propuso que la próxima vez que fuera a la ciudad y le llamarán para trabajar, debía asegurar que en el lago existían peces con aletas de oro, y apostar con los mercaderes sobre que estos existían. El joven así lo hizo, y para sorpresa de todos cuando el joven y los que habían apostado en su contra zarparon en una barca para pescar encontraron que, efectivamente, al recoger las redes consiguieron coger una gran cantidad de peces de oro.
Con los peces y las ganancias obtenidas por la apuesta, el joven no tardó en hacerse un mercader de gran riqueza. Sin embargo una noche que volvía en barco, el joven volvió a tocar su música. Las aguas se agitaron, furiosas y apunto de hundir el barco. Sadko pensó que el dios de las aguas quería que compartiera sus ganancias (gracias a él ganadas), por lo que arrojó diversos barriles con riqueza sin que ello tuviera ningún efecto. Los marineros repusieron qué tal vez el dios quería un sacrificio humano, y tras sortearlo en varias ocasiones siempre le tocó a Sadko.
El joven se arrojó al agua y se encontró con el dios, que quería que tocara para él en su palacio. Allí, la música de Sadko hacía bailar al gigante con gran frenesí. Más un día llegó un anciano al palacio mientras el joven tocaba, y le indicó que el poder del baile del dios estaba provocando grandes marejadas. Sadko decidió dejar de tocar para evitarlo, rompiendo las cuerdas como forma de justificarse.
Tras ello pidió al dios volver a su tierra, a lo que el dios terminó por ceder. En algunas versiones el dios del lago intenta ofrecerle una esposa para que se quede, a lo que tal y como el anciano le advirtió puedo zafarse escogiendo a la última y más joven de sus hijas, con la cual no consumó y tras lo que la deidad lo liberó de su servicio.