No estamos pidiendo nada que no sea ya nuestro.
Todo lo que ven ahora alrededor de Uds. lo hicimos nosotros.
Levantamos un país que venía de una larga dictadura.
Tuvimos que estar curando heridas que no cicatrizaban, pero encontramos una manera de convivir con ellas.
Ayudamos a nuestros padres hasta el fin de sus días.
No había por entonces ni ayudas sociales, ni planes: eran los hijos los que tiraban del carro.
Sacamos adelante a nuestras familias con muchos niños y pocos medios.
Trabajamos de sol a sol en pueblos y ciudades…
Y construimos la Argentina que hoy Uds. gobiernan como si fuera sólo de ustedes.
Llevaron a nuestros hijos a una crisis económica, que nosotros hemos mitigado acarreando con nuestros nietos, compartiendo arroz y tallarines, “tejiendo” familia para que ellos no se desmoronaran en su desesperación.
¡No tienen derecho a pedirnos más sacrificios!
Queremos tener lo que nos corresponde: una jubilación que nos permita vivir con dignidad.
Señores Diputados: pónganse a trabajar como hicimos nosotros y resuelvan los problemas. Revisen todos sus sueldos y pensiones vitalicias… Sus viajes, sus dietas, sus asesores, sus contratos añadidos en las comisiones. Reduzcan gastos empezando por Uds. mismos.
No utilicen el Congreso como si se tratara de un circo o de una comedia chabacana, con insultos, descalificaciones y chistes malos.
No nos hace ninguna gracia ver qué tono agresivo y de rabia contenida, utilizan Uds. en sus debates. Se puede decir lo mismo con educación y guardando la compostura.
Demuestren que son dignos de la confianza que les hemos depositado.
Y si no lo hacen, se encontrarán con sus padres en la calle… ¡se les tendría que caer la cara de vergüenza!
Somos una generación de luchadores. No van a poder callarnos la boca. Sería tremendo que tengamos que ser nosotros, de nuevo, los que tengamos que tomar al toro por los cuernos.
Demuestren con hechos que Uds. miran este colectivo de jubilados y déjennos vivir dignamente, a estas alturas de la vida.