Cuando sucede algo que te detiene, que pone todo patas para arriba, es algo que sucede para que tomes consciencia. Es como si la vida misma nos enviara una señal, un recordatorio amoroso de que no estamos viviendo plenamente en el presente, que nos hemos dejado llevar por las preocupaciones del pasado o las ansiedades del futuro. En esos momentos, es importante detenernos y reflexionar sobre qué nos está enseñando esta experiencia.
La conexión entre el presente y la alineación con nuestra misión de vida es fundamental para comprender el propósito detrás de estos eventos. Como dice Eckhart Tolle, “La vida siempre te da la experiencia que necesitas en cada momento preciso. Acepta cada experiencia como un regalo, incluso si no te gusta, y aprende de ella”.
Cuando nos encontramos en la rueda del hámster, corriendo constantemente sin un rumbo claro, es fácil perder de vista nuestra misión de vida. Las exigencias del día a día, las presiones sociales y las expectativas externas pueden alejarnos de nuestra esencia más profunda. Es en estos momentos de detención forzada que tenemos la oportunidad de preguntarnos: ¿Estoy caminando alineado con mi misión de vida?
La reflexión sobre nuestra alineación con la misión de vida es un proceso profundo y personal. Como dijo Carl Jung, “La única tarea digna de un hombre es regresar a sí mismo”. Es en ese retorno a nuestro ser interior que encontramos la guía necesaria para vivir con propósito y significado. Cada obstáculo que se presenta en nuestro camino es una invitación a explorar nuestra conexión con el presente y a redescubrir nuestro propósito.
El desafío en estos momentos no es aferrarnos a la emoción desencadenada por la situación, sino tomarla como información valiosa. Las emociones son señales que nos indican que algo está en desequilibrio. Como dice Daniel Goleman, “Las emociones negativas son mensajes para actuar, ajustes que te llevan a un camino más equilibrado”. Al observar nuestras emociones sin identificarnos plenamente con ellas, podemos comprender qué aspectos de nuestra vida necesitan ser ajustados o transformados.
Es importante darnos cuenta de que hay algo más allá de los eventos que nos irrumpen. Detrás de cada desafío hay un potencial de crecimiento y aprendizaje.
Como afirmó Viktor Frankl, “Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Estas situaciones difíciles nos invitan a expandir nuestra perspectiva, a cuestionar nuestras creencias y a encontrar nuevas formas de relacionarnos con el mundo.
Para determinar en qué camino estamos y cómo nos estamos relacionando con nuestra misión de vida, podemos realizar un breve test de autoevaluación.
Responde sinceramente a las siguientes preguntas:
- ¿Siento que estoy viviendo alineado con mi propósito y mis valores más profundos?
- ¿Enfoco mi energía en actividades que me llenan de alegría y satisfacción?
- ¿Siento que estoy contribuyendo de manera significativa al bienestar de los demás y del mundo en general?
- ¿Estoy dispuesto a enfrentar desafíos y aprender de ellos?
- ¿Me permito tomar pausas regulares para conectarme con el presente y evaluar mi camino?
Ahora, sumemos los puntos de tus respuestas para determinar en qué camino te encuentras:
- De 0 a 5 puntos: Es posible que te encuentres atrapado en la rueda del hámster, sin una clara conexión con tu misión de vida. Es importante que te tomes el tiempo para reflexionar sobre tus valores y propósito, y realizar los cambios necesarios para vivir en alineación con ellos.
- De 6 a 10 puntos: Estás en un camino intermedio. Quizás tengas algunas áreas de tu vida en las que te sientes alineado con tu misión, pero otras en las que aún hay trabajo por hacer. Aprovecha los desafíos como oportunidades para crecer y busca momentos de conexión con el presente para evaluar tu dirección.
- De 11 a 15 puntos: ¡Felicidades! Parece que estás caminando en alineación con tu misión de vida y viviendo en el presente. Continúa cultivando esa conexión y aprovechando los desafíos como catalizadores para tu crecimiento personal.
Recuerda que este test es solo una guía y que el proceso de alineación con tu misión de vida es único para cada persona. Siempre es importante escuchar tu intuición y seguir tu propio camino.
En última instancia, estos momentos de detención y las reflexiones sobre la alineación con nuestra misión de vida nos llevan a un profundo cuestionamiento sobre el propósito de nuestra existencia. Nos invitan a explorar nuestras pasiones, nuestros talentos y cómo podemos contribuir al mundo de una manera significativa. Al conectar con el presente y alinear nuestras acciones con nuestra misión, encontramos una mayor plenitud y sentido en nuestras vidas.
En palabras de Un Curso de Milagros, “La salvación está en ti y no en tus circunstancias”. Aprovecha cada experiencia, por más desafiante que parezca, como una oportunidad para crecer, aprender y recordar quién eres realmente.
En conclusión, cuando algo sucede que nos detiene y pone todo patas para arriba, es una llamada de atención para tomar consciencia de nuestra conexión con el presente y nuestra alineación con nuestra misión de vida. No debemos aferrarnos a las emociones desencadenadas, sino tomarlas como información valiosa. Detrás de cada evento disruptivo hay un aprendizaje y un crecimiento potencial. Reflexionar sobre nuestra alineación y realizar ajustes necesarios nos lleva a una vida más plena y significativa. ¿Estás dispuesto/a a mirar más allá de los eventos y conectar con tu propósito más profundo?
Como dijo Marianne Williamson en Un Curso de Milagros, “Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de toda medida”. Nosotros tenemos el poder de transformar nuestras vidas y vivir en alineación con nuestra misión. No tengamos miedo de abrazar ese poder y crear el cambio que deseamos ver en nosotros mismos y en el mundo.
Recuerda siempre que, como seres humanos en constante evolución, tenemos la capacidad de tomar consciencia, aprender de las experiencias y crecer hacia una mayor plenitud y conexión con nuestra misión de vida.
Escribe: Sergio Ganza