Uno de los fenómenos que siempre ha llamado la atención a todas las culturas y sobre la cual estas siempre han buscado una explicación es la llegada de la noche, y las leyendas precolombinas de las tribus que poblaban Brasil no son la excepción.
Dice la leyenda que al principio de los tiempos sólo existía el día, pero un día la hija de la Cobra Grande le dijo a su marido que deseaba ver la noche. A pesar de que su esposo le decía que esta no existía, ella insistió en que sí lo hacía y que su padre la guardaba. El marido envió a sus empleados a casa la Cobra Grande en búsqueda de la noche.
La Cobra Grande decidió satisfacer la voluntad de su hija, dándoles a los empleados de esta un coco de tucumán en el cual la albergaba pero advirtiéndoles de que no lo abrieran o de lo contrario todo oscurecería. Sin embargo, en el viaje de vuelta la curiosidad les pudo e incumplieron la recomendación del dios, abriendo el coco y provocando que apareciera la oscuridad.
Junto con ella aparecerían las criaturas de la noche y diversos animales. Únicamente la hija de la Cobra Grande entendería lo que había sucedido, decidiendo para poner fin a la oscuridad arrancarse un cabello y pasarlo por en medio de ella: esta acción separaría lo claro del oscuro y haría que volviera el día, pero teniendo como resultado que en adelante la mitad del tiempo fuera de día y la otra mitad de noche, naciendo la sucesión actual entre ambos momentos. Además, los empleados fueron castigados, siendo transformados en monos.