Este hace referencia a un antiguo pueblo que ha sido el hogar de distintos grupos indígenas, llamado Narihualá. la leyenda cuenta que, cuando la última tribu residente se enteró de la conquista española, decidieron tomar una acción drástica: enterrarse vivos junto a sus posesiones valiosas y tesoros, para que no pudieran ser saqueados. Sin embargo, los españoles lograron encontrar una enorme y bella campana de oro que se encontraba colgada en un templo, al tomarla, esta se derrumba y se entierra en el suelo de tal manera que nunca pudo ser vuelta a ver.
Tiempo después, las personas aseguraron que cada viernes santo hace acto de presencia un hombre de la antigua tribu, el cual lleva una campana pequeña y un candil, para guiar a los pobladores hacia donde se encuentran sus tesoros. Pero eso sí, si un forastero en su codicia desea apoderarse de estos, tendrá que cargar consigo una maldición.