Yo siento que este año murieron muchos argentinos que no se tenían que morir.
Y yo creo que eso les pasó a muchas familias argentinas. La sensación de que una manga de irresponsables les arruinó la vida porque priorizaron la ideología.
Porque era más importante quedar bien con Putin; porque era más importante no ceder con Pfizer; porque hay un pibe que se cree el “Che Guevara” por no comprar vacunas a un laboratorio americano.
Yo siento, y tengo ganas de decirlo, que muchos nos quedamos sin papá, sin abuelo, sin abuela, sin un primo, sin una prima, sin un tío, sin una tía, o sin un hermano porque Máximo Kirchner y su madre tenían ganas de jugar a la revolución cubana en pleno siglo 21.
Y entonces disfrazaron ese crimen ideológico con una épica absolutamente berreta. Resulta que cada viaje de aerolíneas a Moscú fue presentado como el regreso de Ulises a Ítaca después de la guerra de Troya, como dice el fenomenal Gambini.
Y no conformes con eso nos enteramos que mientras el Presidente nos insultaba; nos amenazaba; nos gritaba; nos multaba y nos trataba de idiotas: tenía su propia cuarentena vip.
Pensá que, mientras tanto, ellos seguían sin comprar las vacunas americanas porque decían que había que entregar los glaciares, las cataratas, las embajadas y hasta las reservas del Banco Central.
Al final, se acordó con Pfizer. Y no hubo que entregar nada.
Nos tuvieron un año limando la cabeza con mentiras, mientras la gente se moría.
La frase del año, sin lugar a dudas, la dijo Esteban Bullrich: “No hay hombres imprescindibles, hay actitudes imprescindibles”.
Por favor, escúchenlo. Ustedes, los intendentes eternos; ustedes, los diputados que viajan a Disney; ustedes los que no pueden vivir sin un cargo; ustedes, los caudillos que inauguran estadios europeos con viviendas africanas.
Usted, señora, la que compra en Rapanuí; usted, que se cree Mandela; usted, que se cree Merkel; usted, que se cree inocente; usted, que se cree honesta; usted, que se cree líder; usted, que se hizo tanto daño.
Ninguno de ustedes es imprescindible. Nadie es tan importante. No hay héroes; no hay caudillos; no hay dioses; no hay mesías; no hay salvadores; no hay próceres; no hay mitos.
A este país no lo salva ninguno de ustedes. A este país lo va a salvar la sociedad argentina el día que deje de votar ladrones: ladrones de vacunas; ladrones de dinero; ladrones de rutas; ladrones de yates; ladrones de estancias; ladrones de imprentas; ladrones de esperanzas.
Argentina está cada vez más cerca de una revolución moral. Una revolución de la mayoría silenciosa. Una revolución de terciopelo como hizo Havel en Checoslovaquia contra la opresión comunista.
Ese día está llegando y ellos lo saben; por eso, están aterrados.
Cortázar decía: hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar. Perdón maestro, no estoy dispuesto a eso. Me cansé de acostumbrarme a vivir mal. Me cansé de los ladrones.
Espero que el 2022 y el 2023 sean los años de la resurrección argentina.
Basta de inmorales.
Atentamente. Jonatan Viale