En esta leyenda colombiana se habla de un ser pequeño, como un niño, que lleva un sombrero grande y llora de hambre. Suele conmover a quienes lo ven, que se lo llevan a su casa para alimentarlo.
Una vez en casa del incauto, el niño empieza a crecer y a transformarse en una criatura maligna con dientes deteriorados y puntiagudos que exhibe para espantar a las personas, mientras grita “¡ya tengo dientes!”. Luego de esto, sale corriendo y desaparece.