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Abierta en diciembre de 1913, la línea A es la red de subterráneo más antigua de Argentina y de todo Iberoamérica. Cuenta la leyenda urbana que esa línea alberga seres fantasmagóricos.
Una noche de julio de 2011 un estudiante volvía a casa y se quedó solo en el subte, entre las estaciones Pasco y Alberti. En ese momento pudo ver, según dice, a “aquellos seres fantasmales que no pudieron descansar en paz”.
Durante la construcción de esa parte de la línea A, dos italianos perdieron la vida al ser aplastados por una viga. La constructora ocultó el accidente y abandonó un pequeño tramo “por cuestiones operativas”, aunque sin dar más explicaciones.
En 1951, las semiestaciones Pasco sur y Alberti norte fueron clausuradas, permaneciendo activas solo las dos semiestaciones opuestas. Ese ramal se encuentra ahora abandonado y tapiado, y permanece su estado original por dentro.
Desde unas rejas de ventilación se pueden observar los azulejos de las antiguas estaciones, todavía intactos y unas imperiales escaleras en la penumbra. Quién sabe si los fantasmas aún deambulan por allí.