El 18 de junio del corriente año, La Prensa, publicó El trágico final del general Martín Güemes, escrito por Jorge Sáenz. En el texto, Sáenz expresa que luego de ser derrotado en Vilcapugio y Ayohuma, en actual territorio boliviano, el Grl. Manuel Belgrano fue relevado del mando del Ejército del Norte y reemplazado por el Cnl. José de San Martín.
Como se expuso en ediciones anteriores del Boletín Güemesiano, San Martín gestionó la incorporación del Tte. Cnl Martín Miguel de Güemes a su ejército, argumentando que conocía los antecedentes y valores militares del salteño. Al respecto, Sáenz expresa lo siguiente.
Jefe de Avanzadas
Apenas arribó Güemes a Tucumán, San Martín lo designó Jefe de Avanzadas del Río Pasaje, un importante curso de agua ubicado a unos 80 km al sur de la ciudad de Salta, que materializaba el límite de la zona bajo el control realista. La designación de San Martín sería para Güemes el comienzo de una gloriosa gesta militar, que finalizaría siete años más tarde a raíz de su inesperado fallecimiento.
Como resultado de su natural condición de líder, dos meses después había formado una fuerza de caballería integrada por 2000 entusiastas voluntarios dispuestos a luchar contra el yugo español. El hecho de que la ciudad de Salta se encontrara bajo control enemigo, resultaba intolerable para el bravo carácter de Güemes; entonces decidió tomar la iniciativa aproximándose a ella más allá del límite bajo su responsabilidad. Cuando alcanzó sus inmediaciones, estableció un plan para lograr que los realistas que la ocupaban, salieran en persecución de un grupo pequeño de milicianos, que sólo
era un cebo para atraerlas en dirección del grueso de sus fuerzas.
El 29 de marzo de 1814 lanzó con su caballería gaucha un ataque sorpresivo y contundente, que en pocos minutos arrolló al enemigo en el Combate del Tuscal de Velarde. Esta acción tuvo un efecto importantísimo, porque Pezuela estaba convencido de que los rebeldes patriotas no estaban en condiciones de realizar ofensiva alguna, por lo que prudentemente decidió replegarse hacia sus cuarteles en el Alto Perú. Durante la retirada fueron hostigados, perseguidos y derrotados por las milicias, que lograron expulsarlos completamente de las provincias de Salta y Jujuy.
Táctica novedosa
Las novedosas tácticas de combate empleadas por el líder militar salteño, eran completamente diferentes de los paradigmas militares de la época, que buscaban definir las acciones mediante la clásica batalla campal al estilo europeo. Por el contrario, Güemes atacaba sorpresivamente a las columnas de marcha, o a los campamentos enemigos por el frente, por la retaguardia o por los flancos, o bien sitiándolos en acciones perfectamente coordinadas entre sí, que desgastaban y
dañaban severamente hasta provocar la retirada del enemigo. Por medio de estas tácticas impedía a la infantería formar en cuadro para defenderse, tampoco les daba tiempo para alistar sus cañones, o para recargar los mosquetes después de la primera embestida, situación que aseguraba el éxito de las cargas de caballería. El General Pezuela describe muy bien esas tácticas en un informe enviado al virrey de Lima, donde expresa: “su plan es de no dar ni recibir batalla decisiva en parte alguna, y sí de hostilizarnos en nuestras posiciones y movimientos”. Y continúa: “en una palabra, experimento que nos
hacen casi con impunidad una guerra lenta, pero fatigosa y perjudicial”. En efecto, Güemes combatía utilizando tácticas militares novedosas para la época, que San Martín denominó “guerra de montaña” o “guerra de recursos”. En mayo de 1815 Güemes fue nombrado por aclamación gobernador de Salta, y por no contar con la ayuda del gobierno central, se vio obligado a poner a su provincia en pie de guerra. Salta y Jujuy venían sufriendo las consecuencias desde 1810,
con el inevitable empobrecimiento de sus habitantes por el completo abandono de los campos de producción.
En 1816, el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, le asigna a Güemes la responsabilidad de
defender las provincias. Pocos meses más tarde, sin ayuda ni refuerzos por parte del gobierno central ni del Ejército del Norte acantonado en Tucumán, triunfó contundentemente en la Batalla del Valle de Lerma, librada en dicho valle entre el 16 de abril y el 4 de mayo, donde se vio obligado a luchar contra un ejército de elite. Esa importante fuerza realista estaba comandada por el Mariscal José de la Serna, que previo a iniciar la ofensiva intentó infructuosamente sobornar a Güemes con una muy tentadora oferta si dejaba de luchar contra España. La respuesta de Güemes al mariscal es digna de todo elogio, y un verdadero ejemplo de honradez, dignidad y patriotismo. Cabe destacar que las fuerzas de la Serna estaban integradas por victoriosas unidades coloniales del Ejército Real de Lima, reforzadas por regimientos españoles que habían derrotado a las fuerzas de Napoleón en España, y a las de Simón Bolívar en América.
La contundente derrota realista sufrida en esa ofensiva, facilitó el cruce del Ejército de los Andes, y colateralmente aseguró la futura independencia de Chile. En 1820 el general San Martín se preparaba para desembarcar en las costas peruanas, cuando el 7 de junio Güemes logra otra contundente victoria en la Batalla de las Cuestas, ocasión en que derrota al General Ramírez de Orozco que se dirigía a Tucumán.
El Libertador le había recomendado que los dejara penetrar lo más al sur posible, para alejarlos de las costas peruanas donde pensaba desembarcar. Poco después desde Rancagua, Chile, San Martín lo designa General en Jefe del Ejército de Observación, con la misión de abrir un segundo frente desde el Alto Perú, para dividir las poderosas fuerzas realistas y facilitar la campaña.
“Revolución del Comercio”
Las numerosas exigencias que le imponía la guerra, obligaron a Güemes a afrontarla sin esperar ayuda del gobierno central, viéndose obligado a exigir contribuciones forzosas a la gente pudiente. Esta medida extrema generó críticas, resentimientos, y numerosos enemigos, porque no todos respondían positivamente al ímpetu patriótico del gobernador. Los comerciantes añoraban los buenos tiempos de la colonia, donde habían hecho sus fortunas. Estos grupos integraban la llamada “revolución del comercio”, que entre las sombras llevaron adelante un siniestro plan para derrocarlo.
La oportunidad se presentó cuando debió enfrentar al gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz, que impedía el paso de los refuerzos que necesitaba para apoyar a San Martin desde el Alto Perú. Parte de los miembros del Cabildo se habían puesto de acuerdo con el general realista Pedro Antonio Olañeta, para entregar la ciudad de Salta. Cuando Güemes se enteró de que había sido depuesto como gobernador, partió inmediatamente a Salta, donde arribó el 31 de mayo de 1821. Al encontrarse ante su líder y caudillo, las milicias y la población lo aclamaron espontáneamente, actitudes que le
permitieron recuperar el poder con su sola presencia y sin esfuerzo.
Güemes nunca pudo ser vencido en el Campo de Marte, tampoco aceptó los tentadores sobornos que le ofreció el enemigo. Por lo tanto, la opción que les quedaba era capturarlo vivo o muerto, para lo cual lo atrajeron a la ciudad de Salta por medio de un falso mensaje de su hermana Macacha, que supuestamente requería su presencia.
El mensaje generó dudas en el Coronel Jorge Enrique Vidt, su segundo, que le recomendó que no vaya.
A pesar de ello, Güemes dejó en sus manos el mando y partió al galope rumbo a la ciudad acompañado de una pequeña escolta. En esos mismos momentos el General Olañeta marchaba sobre Salta, y por la puna se aproximaban el Coronel Valdéz con poco más de trescientos fusileros. Macacha se encontraba con su hermano, cuando la infantería realista rodeó la casa.
En medio de la noche se escuchó un disparo que alertó a Güemes, Macacha le sugiere que intente huir por los fondos, su hermano se opone, no quería abandonar a su escolta. Entonces intenta huir por una esquina sin lograrlo, luego por la otra, y ya sable en mano salta con su corcel entre los soldados enemigos que abren fuego.
Un disparo de mosquete impacta en la zona del glúteo, posiblemente con perforación del intestino. No obstante, sigue al galope, y auxiliado por sus gauchos, varias horas más tarde se refugia en el paraje Cañada de la Horqueta, en lo alto de la sierra.
En aquellos tiempos no existían los antibióticos ni la anestesia, y las heridas de bala o de arma blanca en el tronco generalmente eran mortales por septicemia. Días después, en medio de grandes dolores y casi en agonía, recibe un mensajero con el ofrecimiento del General Olañeta de prestarle auxilio médico y medicinas. Como respuesta Güemes le ordena al Coronel Vidt que bajo juramento tome el mando de las tropas, y marche inmediatamente a poner sitio a la ciudad, y que no descanse hasta desalojar al enemigo. Recién entonces despachó al emisario realista.
El fallecimiento del General Güemes el día 17 de junio de ese año, tuvo graves consecuencias, porque poco después se concretó un armisticio. De esta manera las fuerzas estacionadas en el Alto Perú, quedaron libres para volcarse sobre la costa del Pacífico para hacer frente a San Martín.
Consciente de que sus fuerzas no eran suficientes para enfrentar al ejército realista, San Martín gestionó una entrevista con Bolívar en Guayaquil para pedirle refuerzos. Fracasada su gestión, poco
después dejó el mando en manos de Bolívar y se retiró del Perú. Como consecuencia de estos acontecimientos, la Guerra de la Independencia se prolongó tres años más hasta la Batalla de Ayacucho, librada el 9 de diciembre de 1824.
El General Martín Güemes perdió la vida a los 36 años, debido a una siniestra emboscada enemiga que tuvo serias consecuencias para la libertad de América. Su lema personal era: “morir por la Patria es gloria”…y así lo hizo.
Fuente: https://www.laprensa.com.ar/531106-El-tragico-final-del-general-MartinGuemes.note.aspx