Esta mujer italiana de 41 años llegó a Lourdes el 19 de agosto de 1952 víctima de una descompensación cardíaca por enfermedad mitral, consecuencia de una artritis reumatoide aguda, y a quien los médicos no veían cura.
Esta malformación le impedía caminar y hablar claramente. Asimismo, le causaba cianosis en la cara y edemas en las extremidades inferiores. Según dijo al diario de «La Città» de Salerno, “ya casi no lograba respirar y le dije a mi hermano que mi último deseo era ir a Lourdes”, a donde llegó “viva, aunque en camilla”.
Conducida a las piscinas en camilla, salió por su propio pie: “el agua estaba helada, pero sentí inmediatamente algo que hervía en el pecho, como si me hubieran restituido la vida. Después de pocos segundos, me levanté con mis propias fuerzas y comencé a caminar, rechazando la ayuda de los camilleros, que me miraban con incredulidad”. El 21 de septiembre de 2005 su curación fue declarada “milagrosa” por la Iglesia.