La expulsión de la invasión realista de 1817, no trajo como consecuencia la pacificación sino nuevos intentos de avanzar hacia Buenos Aires para recuperar el poder. En un oficio dirigido al Capitán Manuel Álvarez Prado, fechado en Salta el 4 de julio de 1817, Güemes refiere a la expulsión del territorio salto jujeño del mariscal José de la Serna, quien durante cinco meses sometió a la provincia a una agobiante ocupación. Las tropas al mando de Güemes y sus Comandantes lograron que el 5 de mayo de 1817 La Serna iniciara la retirada hacia el Alto Perú, avergonzado y humillado. Ante esa circunstancia, Güemes procura evitar que La Serna
reorganice el ejército realista y vuelva a invadir la Provincia de Salta, la cual en esa época comprendía las ciudades de Salta, Jujuy, Orán, Tarija y Santa María, según decreto de Gervasio Antonio de Posadas, firmado el 8 de octubre de 1814.
Entre las órdenes, se cita la dada a Manuel Eduardo Arias para hostilizar al enemigo y la exhortación a Álvarez Prado a contribuir con hombres y cuanto esté a su alcance para reforzar a la vanguardia mientras Güemes espera el arribo de 800 hombres bien montados, procedentes de Tucumán. Al mismo tiempo, persuade a no trastornar lo planeado. Como pos data del oficio,
Güemes añade:
Si acaso el Comandante Arias tiene alguna omisión en el cumplimiento de mi orden, aunque no lo creo, deberán Uds. todos los Comandantes de compañía, entregar al sargento mayor D. Rodríguez la gente que éste les pida con armas y con cuanto necesite, siendo Ud. responsable en la parte que le toca.
Por su parte, Manuel Álvarez Prado informa a Güemes que tropas realistas de infantería y de caballería habían asolado en junio de 1817 su estancia, para proveerse de ganado vacuno. Ante ello, Álvarez Prado había solicitado el auxilio de Manuel Eduardo Arias y del Capitán Juan José de Goyechea pero sólo obtuvo el auxilio del Teniente Giménez. Luego comenta que, ante la falta de municiones, atacaron al enemigo haciendo rodar piedras en las faldas, lo que los obligó a
abandonar los víveres saqueados, les tomaron prisioneros con sus fusiles y mataron diez soldados.
El 4 de agosto de 1817, Güemes comunica a Manuel Álvarez Prado que todas las órdenes que expida el Teniente Coronel Comandante Manuel Eduardo Arias tienen que ser obedecidas y ejecutadas puntualmente y le anuncia que Arias marcha ese día con la investidura de jefe principal de vanguardia. Luego le ordena que todo armamento descompuesto que Álvarez Prado tenga consigo, lo envíe a Güemes para repararlo.
Mg. María Cristina Fernández