Dice la leyenda que hace muchos años, en el pueblo de Chacos, una mujer pastora escuchó un martilleo que venía de un anciano tallando una enorme cruz. La pastora le pregunta al anciano quién era y por qué estaba haciendo aquello. Él responde que es un carpintero, y que construía una cruz para él mismo. La pastora le ofrece su cesta de comida y el carpintero se niega, pero le pide que al día siguiente le lleve un ramo de flores.
Así pues, la pastora vuelve con flores, y con sorpresa encuentra al carpintero disecado y crucificado. Los pobladores de Chacos intentaron mover al carpintero y su cruz hacia el pueblo, pero era imposible: siempre volvía a aparecerse en el mismo lugar. Desde entonces, el carpintero es conocido como el Señor de Chacos y se la han atribuido numerosos milagros y celebraciones anuales. En otras versiones de esta leyenda, no es una pastora sino un grupo de niños quienes encuentran al carpintero.