Una de las leyendas vizcaínas más interesantes cuenta la historia de por qué en determinado tramo del Paseo de los Caños, en Bilbao, hay una serie de huellas entreveradas en la que una de las formas del pie parece deformada y la otra, en cambio, está bien definida y es fina y elegante.
Dice la historia que, siglos atrás el diablo compitió en una carrera contra un ángel para decidir quién de los dos se quedaba con el alma de una joven bilbaína que, tras una vida de desgracias y de pobreza, rezaba cada noche para reunirse con Dios.
Como no había una forma fácil de establecer si la joven que quería renunciar a su vida debía ir al cielo, se le concedió que, justo después de morir, debía animar al ángel para que ganase la carrera y este pudiera capturar su alma, evitando así que el diablo se la llevase a su reino del submundo. De este modo, toda la vitalidad a la que renunciaba por morir joven quedaría condensada en un instante al ponerse en el bando del Bien en su lucha contra el Mal.
Se dice que, finalmente, el ángel le ganó la carrera al diablo y la bilbaína pudo subir al cielo con él.