Esta joven, hija de un jefe Mohawk, fue la primera santa “piel roja” nativa de lo que hoy es Estados Unidos. Apenas vivió 24 años (1656-1680) y su vida estuvo marcad desde su infancia por el dolor y también por las dificultades debido a la fe que encontró gracias a unos misioneros jesuitas. Dedicó su vida al cuidado de los ancianos y enfermos y que vivió en Nueva York y Canadá, se consagró a Dios, tuvo que huir más de 300 kilómetros por los bosques y finalmente moriría enferma diciendo: “¡Jesús, te amo!”.