No puedes separarte de ellos, aunque lo intentes. Forman parte de lo que eres en este momento. Tu juicio sobre tus padres es un juicio sobre ti mismo.
Cuando rechazamos a nuestros padres y todo lo que han hecho por nosotros, es como rechazarnos a nosotros mismos.
El primer lugar está en el corazón, donde nos amaremos u odiaremos a los demás, y nos amaremos u odiaremos a nosotros mismos también. Si no había amor aquí al principio, ¿cómo puede haberlo ahora? En lugar de aferrarnos a nuestro resentimiento, tenemos que actuar contra aquellos que nos hieren de alguna manera. El segundo lugar está en la mente: los pensamientos que pasan por nuestra cabeza cuando ocurre algo que nos enfada o entristece por lo que han hecho otros (o nosotros mismos). Podemos pensar en la venganza, pero nunca hacer nada porque eso significaría asumir la responsabilidad de lo sucedido y admitir que, después de todo, quizá estaba mal.