Dos monjitas piden limosna por las casas. Llaman a una puerta. Sale la señora.
– Una limosnita. ¡Somos hermanas de Cristo!
– Aaaaah… ¡Pues que bien se conservan!
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Había unos judíos que se encontraban perdidos en medio del mar, e iban en un bote de remos, que abordaron cuando se hundió el barco en el que viajaban.
Llevan algunos días perdidos sin saber que les sucederá, y para colmo no tenían provisiones, y hacía tiempo que no probaban una gota de agua dulce.
De pronto ven una lancha de rescate de la Cruz Roja que se aproxima.
Enseguida los judíos la ven y comienzan a remar desesperados, pero en sentido contrario.
La lancha al ver lo que sucede acelera, pero los judíos reman cada vez más rápido.
Finalmente, la lancha termina por alcanzarlos y los
médicos de la Cruz Roja les preguntan:
– ¿Qué les pasa? ¿Por qué huyen?
Y los judíos responden
– “Ya colaboramos, ya colaboramos”.