PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA Y SOBERANÍA EN 1815

En el año 1985 fue publicado un texto de Joaquín Gantier en el que enlaza la historia de Argentina con Bolivia, cuyas ciudades –como consecuencia de la larga lucha por la Independencia fueron destruidas, así como los campos destinados al cultivo y a la crianza de ganado.

El autor recuerda que durante el año 1816 la guerra fue cruenta y los vencedores se obstinaron en conductas de pillaje y abusos que afectaron a los pobladores, conductas que quedaron registradas en documentos de la época.

Gantier cita una noticia de la Gaceta del Gobierno de Lima, del 21 de febrero de 1816, que relata lo sucedido en la Ciudad de La Plata (Charcas o Chuquisaca, hoy Sucre) durante la ocupación de los insurgentes.

El comandante realista don Miguel Tacón, había salido de la ciudad de La Plata con toda la guarnición el 22 de abril de 1815 con intención de abrir camino a Potosí y fue interceptado por los indios de Polanco. Por el oriente estaba la ciudad amenazada por los guerrilleros Arenales, Moldes, Padilla y su mujer, doña Juana Azurduy, que ocupaban el cerro de Carretas, controlando el camino que va a Tarabuco mediante las galgas que arrojaban desde la altura.

Salieron con Tacón todos los componentes de la Real Audiencia y algunas personas adineradas. La ciudad, bajo el mando del alcalde don Mariano Reynolds, sin un soldado, quedó abandonada. Los adinerados, que no pudieron salir, aseguraron sus personas y caudales en conventos y monasterios.

Antes de cumplirse una semana de la salida de Tacón, el 28 de abril entraron Arenales, Padilla, doña Juana, el tata Polanco, o sea, el Rvdo. P. de la orden de San Francisco Fray Mariano Polanco, a la cabeza de la 3era. compañía de fusileros. Venía en clase de capitán, sin manto y con espada en mano.

El cura de San Lucas, Juan Manuel Montoya, hizo tocar las campanas en señal de regocijo, y en los días siguientes se cantaron misas solemnes de gracias con Te Deum en la congregación de San Felipe Neri y monasterio de Santa Mónica. Todo lo trascrito puede correr en las páginas de la historia, pero no los actos delictivos como el odio de persecución, las depredaciones, exacciones y crímenes cometidos sin orden y control. Más fidelidad y más justicia observan entre sí los salteadores que los que nos decantan sin cesar humanidad y beneficencia.

Luego, Gantier narra que, para vestir a la oficialidad, los insurgentes pidieron bayetones del Cuzco para los soldados y dos mil varas de tocuyo para camisas, que las mujeres realistas tuvieron que coser en dos días. El 3 de mayo de 1815 se impuso a los realistas una contribución forzosa de 36.675 pesos que Martín Rodríguez exigió y que por no haber aportado lo que les correspondía, fueron apresadas cuatro mujeres de la alta sociedad.

Los soldados y oficiales fueron enviados a conventos y monasterios para buscar y recoger bienes de ‘realistas emigrados y no emigrados’.

Todo se confundía y conducía a la presidencia, donde sin cuenta ni razón tomaba cada uno lo que quería. Algunos cajones y petacas se abrieron en las calles y se repartieron entre los soldados. Es incalculable lo que se llevó y robó en aquellos días de confusión y lágrimas. En vano clamaban los dueños que se hallaban en la ciudad alegando no ser bienes emigrados, todos se repartieron y vendieron, y del sobrante se remitieron a Potosí más de treinta arrobas de plata labrada por cuenta, como dicen, del estado.

Con el abuso de autoridades, la gente hambrienta y otras clases ansiosas de conseguir algo por la oferta de dar la mitad a los denunciantes: Las negras de doña Margarita Segovia, mujer del emigrado don Félix Mendieta, denunciaron los bienes y géneros de éste, y se sacaron de su casa con el mayor estrépito, de cuyas resultas murió a los dos días la respetable madre de doña Margarita, viuda del doctor Segovia, oidor honorario de esta audiencia.

Otros veinte soldados y un oficial fueron a las doce de la noche a la casa del doctor Lorenzo de Córdoba y le sacaron un cajón de plata labrada.

El 4 de junio de 1815, se celebró en la Iglesia Catedral el aniversario de la libertad y soberanía de Buenos Aires, con el nombre de Fiestas Mayas. Grandes fiestas. Se sacó de las casas capitulares el pendón de la libertad sobre el cual se celebró el santo sacrificio.

El 3 de julio de 1815, se tuvo noticia de la prisión del Ilustrísimo señor arzobispo Moxó y Francoli, por el insurgente Arenales. Abogó por él don Jorge Delgadillo, rector de la Universidad, pero, fue preso y remitido a media noche a disposición de Rondeau, borrado de la matrícula y declarado por infame.

Gantier expresa que el odio a los realistas y la euforia patriota llegó al caso de pedir por una junta de curas que ni en artículo de muerte fuesen absueltos los realistas reticentes. La iglesia fue dividida en curas realistas y recalcitrantes, por un lado, y clérigos y frailes decididos por la libertad, por otro lado. En cuanto a los sucesos de julio de 1815, el autor expresa que los patriotas reasumieron la soberanía del pueblo y, declarándose inviolables, dieron por formado el congreso de su territorio anulando los empleos conferidos por el gobierno de Buenos Aires. Reeligieron de

supremo director a Rondeau, de presidente a Martín Rodríguez, nombraron camaristas y empleados, mandaron a publicar por bando la soberanía y a celebrar misa de gracias en la Catedral. De modo que la ciudad de La Plata, la antigua Chuquisaca, capital de los Charcas, fue la que proclamó, antes que en Tucumán, su independencia y soberanía, el 1 de agosto de 1815.Interesante dato.

Luego, sobrevendrían las derrotas de Venta y Media (20 de octubre de 1815) y en Sipe Sipe (29 de noviembre de 1815). Cuando llegó la noticia de la derrota en Sipe Sipe, se mandó al calabozo a quien la trajo, a fin de ocultarla y se exigieron nuevas contribuciones, con pena de destierro a quienes no las cumplimentaran. Algunas personas fueron vendidas como esclavas, otras rescatadas a cambio de un pago, como sucedió con varios curas y religiosos. Los derrotados se concentraron en Yotala, desde donde se dirigieron hacia el actual norte argentino, saqueando pueblos y templos.

Antes de salir del territorio en disputa, Rondeau pidió a Manuel Ascencio Padilla que protegiera su retirada y lo instó a mantener la lucha por la Patria. (Boletín Güemesiano Digital Nº 273 Octubre de 2023)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *