Hay un enlace fuerte y afectuoso entre Abraham y Sara. Él no la abandonó después de sus largos años de esterilidad, y es solo por la presión de Sara que Abraham tomó a Agar como esposa sustituta. Los lazos de amor entre Abraham y Sara eran fuertes. Ellos tenían años de casados, pero sin hijos.
En aquel tiempo, no tener descendencia era considerado casi una maldición; sin embargo, Abraham y Sara mostraron fidelidad el uno al otro y también hacia Dios. Esto fue recompensado cuando Dios les mostró que tenía un propósito para ambos.
En la actualidad ocurre lo mismo, cuando dos personas se casan, se convierten en uno solo y Dios los usa de manera individual pero también como un equipo. Por eso es importante tener a Nuestro Señor centro de nuestras vidas, para que su amor se muestre en lo personal y conyugal.