San Maximiliano Kolbe fue un sacerdote, mártir y santo polaco religioso de la orden franciscana. Nació el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, en el entonces Reino de Polonia, y fue bautizado como Raymundo. Aunque su nacimiento se dio en momentos difíciles, al estar al borde de la Primera Guerra Mundial, sus padres, Juliusz Kolbe y Maria Dabrowska, proporcionaron los mejores esfuerzos para educarlo a él y a sus hermanos.
Se dice que, desde su infancia, Raymundo demostró un profundo amor por la vida espiritual y el intenso deseo de ser consagrado a Dios como religioso. A la edad de 12 años, pronto ingresó al noviciado de los franciscanos y durante los diez años siguientes estudiaría filosofía y teología. Después de estas décadas de dedicación y estudio, el 19 de abril de 1910 recibió el nombre de Maximiliano Maria.
Después de ser ordenado sacerdote en 1918, se mudó a Japón y dedicó su tiempo a la predicación, predicando también en Korea algunos años después. Durante toda su vida, trabajó con devoción y entusiasmo para propagar el evangelio, llevando una vida marcada por el heroísmo y la caridad.
Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial amenazaba la región y finalmente Maximiliano fue hecho prisionero y enviado al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Allí se le asignó el número 16670. Debido a su actitud pacífica y altamente caritativa, los nazis exponencialmente aumentaron su crueldad con él. El 10 de agosto de 1941, un hombre llamado Franciszek Gajowniczek fue elegido al azar para ser ejecutado como castigo por haberse rebelado contra el régimen.
En este tenso momento, Maximiliano ofreció voluntariamente su propia vida, colmando la máxima manifestación del amor. Esta situación trascendió el entorno del campo de concentración, llegando al pueblo entero. En recordatorio de su valentía, el 18 de octubre de 1971 papa Pablo VI lo proclamó beato y el 10 de octubre de 1982 se le concedió el título de santo.
Es cierto que Maximiliano Kolbe es un símbolo de caridad, entrega y reconciliación. Su generosidad se volvió lo suficientemente grande como para vencer el odio nazi y sabemos que fue una inspiración para muchas personas durante muchos años. Por esta razón, su memoria debe ser honrada y su valentía seguida como modelo a imitar.
De acuerdo con sus devotos se han atribuido muchos milagros y bendiciones al santo mártir de la caridad. Por ejemplo, uno de los milagros aceptados por la Iglesia involucró a un joven soldado cuyo brazo era paralizado por la bala de un enemigo. La madre del soldado imploró a San Maximiliano Kolbe que curara al muchacho, prometiéndole llevar flores a la iglesia dedicada a San Maximiliano una vez que su hijo fuera sanado. Cuando llegaron a la iglesia, encontraron que el brazo del joven había sido restaurado.
A pesar de que San Maximiliano Kolbe no es el primer santo venerado debido a un acto heroico, es el único santo canonizado por su sacrificio. Esto convierte a San Maximiliano en un símbolo del amor verdadero y noble, una inspiración para un mundo mejor y un santo de la Iglesia Católica a quien todos los cristianos veneran y admiran.
Si quisiéramos vivir de acuerdo con los principios de San Maximiliano Kolbe, debemos estar dispuestos a servir a Dios con nuestras acciones, hacer que nuestras palabras sean hermosas y saber que nuestro sacrificio es una donación para el bien mayor. Si lo hacemos, podremos reflejar la luz de Dios de la misma manera que lo hizo San Maximiliano Kolbe de aquellos años graves en Auschwitz.
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