La advocación de Nuestra Señora de Buenos Aires tiene su origen en Cagliari, Capital de la isla de Sardegna (Cerdeña) Italia. De allí la tomaron los marinos españoles llevándola a su patria. Y luego desde la Península al Río de la Plata, como dijimos con la expedición de Pedro de Mendoza.
En 1218, un caballero catalán, Pedro de Nolasco (hoy santo), fundó por indicación de la Santa Virgen María, la Orden de la Merced, para redimir cautivos de los sarracenos.
Años después los aragoneses desembarcan en Cerdeña, en un punto próximo a Cagliari, conocido como la colina del Buen Aire y conquistan la isla. En señal de gratitud, construyen allí una iglesia que donan a la orden mercedaria. La advocación de Nuestra Señora del Buen Aire data de 1370 a partir de un suceso marinero profetizado previamente. Pero eso es otra historia.