Cuentan los vecinos de Máximo Fernández, que al caer el sol ocurren sucesos sobrenaturales. Algunos aseguran que pierden fácilmente la orientación y ven siluetas extrañas. Allí, en las inmediaciones de una capilla neogótica abandonada, aparece el espectro de una niña que murió entre 1904 y 1910 por el zarpazo de una leona que la decapitó.