En 1998 se decidió a dejar la iglesia al sincerar una serie de sentimientos sobre lo que le demandaba la vida de los hábitos.
Una motivación fue la desilusión con la iglesia católica como institución, pero otra de importante peso fue el haberse enamorado de una catequista con la que trabajaba.
Natalia, como se llama la mujer, es hoy su pareja y madre de sus dos hijas. Aunque viven desde hace más de una década en pareja, este año esperan casarse por la misma iglesia que él dejó.
Schefer afirma que no se le hace raro imaginarse del otro lado del altar en un matrimonio cuando en otros momentos era él quien sellaba las uniones.
Según explica, dejó la institución, pero no la vida devota a la fe cristiana.
“Muchos seguimos con la práctica de la fe. Hay algunos que incluso llevan los sacramentos (ejercen) de forma privada, porque en público la iglesia lo prohíbe”, señaló.
“Yo en privado, si alguien me lo pide, doy alguna bendición como también doy ayuda o consejo. Y lo hago con toda la fe. Si me lo piden, no lo niego”, apuntó.
Dejar la iglesia católica, al dar por terminado el voto de celibato, es un paso controvertido para la propia institución.
BBC Mundo contactó a las fuentes oficiales de la iglesia sin éxito. El único sacerdote que inicialmente atendió los requerimientos luego se negó tajantemente a conversar tras la mención del Movimiento de Sacerdotes Casados.
“Ellos decidieron romper la promesa que habían hecho, para qué voy a añadir algo más. Como iglesia no hay nada más que decir”, indicó dicho clérigo al reafirmar su negativa.