DIGO EL LLAMADO

DIGO EL LLAMADO

De Antonio Esteban Agüero

De Mendoza llegaban los mensajes

breves, de dura y militar urgencia:

“Necesito las mulas prometidas;

necesito mil yardas de bayeta;

necesito caballos, más caballos;

necesito los ponchos y las suelas,

necesito cebollas y limones

para la puna de la Cordillera;

necesito las joyas de las damas;

necesito más carros y carretas;

necesito campanas para el bronce

de los clarines; necesito vendas;

necesito el sudor y la fatiga;

necesito hasta el hierro de las rejas

que clausuran canceles y ventanas

para el acero de las bayonetas;

necesito los cuernos para chifles;

necesito maromas y cadenas

para alzar los cañones en los pasos

donde la nieve es una flor eterna;

necesito las lágrimas y el hambre

para más gloria de la Madre América…”

Y San Luis obediente respondía

ahorrando en la sed y la miseria;

río oscuro de hombres que subía,

oscuro río, humanidad morena

que empujaban profundas intuiciones

hacia quién sabe qué remota meta,

entretanto el galope levantaba

remolinos y nubes polvorientas

sobre el anca del último caballo

y el crujido final de las carretas.

Y quedaron chiquillos y mujeres,

sólo mujeres con las caras serias

y las manos sin hombres, esperando…

en San Luis del Venado y de las Sierras.

Boletín Güemesiano Digital Nº 271

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