Un padre judío que le dice a su hijo: Anda, Samuel, ve a decirle al vecino que nos preste el martillo para clavar un clavo.
Samuel va con el vecino y vuelve enseguida. Papá, dijo el vecino que no nos puede prestar el martillo, porque se le gasta.
¡Qué desgraciado!, ¡Hay que ver lo tacaños que son algunos!, Bah!, Bueno, anda, saca el nuestro entonces.
Rosemblum ve a la mujer de su amigo Aaron asomada a la ventana…
– Sarita, ¿tu marido está en casa?
– No.
– ¿Puedo subir entonces para estar un rato contigo?
– ¿Pero, acaso me tomas por una prostituta?
– No Sarita, ¿quién habló de pago?