Casi donde termina el partido de Pilar y donde parece empezar la pampa argentina, se levanta una pequeña capillita, a 15 kilómetros del centro de la ciudad. Construida en chapa y lajas negras, apenas sobresale en medio de los árboles y pastizales. El silencio es abrumador y hablar en susurros se vuelve casi una necesidad. Se trata de la Capilla del Milagro Nuestra Señora de Luján, un lugar que, ya sea por fe o por historia, es fundamental para el partido de Pilar: aquí, dicen, es donde se quedó originalmente la carreta que en 1630 transportaba a la Virgen de Luján.
“Este espacio prácticamente no está alterado, sigue igual que en el momento del milagro”, explica Federico Suárez, historiador especializado en el partido de Luján. Según cuenta la fe católica, narrada por el Padre Salvaire en 1889, la carreta que iba rumbo a Santiago del Estero se detuvo en algún lugar de la Provincia de Buenos Aires y no quiso avanzar más. Fue uno de los esclavos que transportaba a la virgen quien advirtió que la Inmaculada Concepción quería quedarse en esas tierras. La estancia en la que se detuvo pertenecía a Bernabé González Filiano Oramas, ubicada en el actual barrio de Villa Rosa.
Fue en esas tierras ―populares por el contrabando de esclavos y mercaderías― en donde la virgen se quedaría hasta 1671”, continúa Suárez. Durante esos años, como describe en su libro Luján antes de convertirse en villa, su culto estuvo asociado a las clases más bajas, con el famoso Negro Manuel como su representante. “El esclavo de la Virgen”, como se hacía llamar él, había sido traído desde África y vendido a Bernabé González. Aunque muy atado a sus costumbres, el Negro Manuel se convirtió en un ferviente venerador de la Virgen y se encargó de cuidar su altar y de recibir a los cientos de fieles que empezaron a peregrinar en busca de la estatua.
EL VERBO LOS MILAGROS DE LA VIRGEN DE LUJÁN Y LA HISTORIA DE SU DEVOCIÓN EN ARGENTINA
Casi donde termina el partido de Pilar y donde parece empezar la pampa argentina, se levanta una pequeña capillita, a 15 kilómetros del centro de la ciudad. Construida en chapa y lajas negras, apenas sobresale en medio de los árboles y pastizales. El silencio es abrumador y hablar en susurros se vuelve casi una necesidad. Se trata de la Capilla del Milagro Nuestra Señora de Luján, un lugar que, ya sea por fe o por historia, es fundamental para el partido de Pilar: aquí, dicen, es donde se quedó originalmente la carreta que en 1630 transportaba a la Virgen de Luján.
“Este espacio prácticamente no está alterado, sigue igual que en el momento del milagro”, explica Federico Suárez, historiador especializado en el partido de Luján. Según cuenta la fe católica, narrada por el Padre Salvaire en 1889, la carreta que iba rumbo a Santiago del Estero se detuvo en algún lugar de la Provincia de Buenos Aires y no quiso avanzar más. Fue uno de los esclavos que transportaba a la virgen quien advirtió que la Inmaculada Concepción quería quedarse en esas tierras. La estancia en la que se detuvo pertenecía a Bernabé González Filiano Oramas, ubicada en el actual barrio de Villa Rosa.
Fue en esas tierras ―populares por el contrabando de esclavos y mercaderías― en donde la virgen se quedaría hasta 1671”, continúa Suárez. Durante esos años, como describe en su libro Luján antes de convertirse en villa, su culto estuvo asociado a las clases más bajas, con el famoso Negro Manuel como su representante. “El esclavo de la Virgen”, como se hacía llamar él, había sido traído desde África y vendido a Bernabé González. Aunque muy atado a sus costumbres, el Negro Manuel se convirtió en un ferviente venerador de la Virgen y se encargó de cuidar su altar y de recibir a los cientos de fieles que empezaron a peregrinar en busca de la estatua.