EL JICHI

EL JICHI

Los pueblos chiquitano, mojo y chané creen en un genio guardián que puede adoptar varias formas según quien lo cuenta. Unos dicen que es un sapo, otros que es un tigre, aunque la manifestación más común en la que aparece este ser mitológico es en forma de serpiente. Su nombre: el Jichi.

En su forma reptil el Jichi tiene apariencia de medio culebra y medio saurio, con cuerpo delgado, oblongo y chato y color hialino, tan transparente que se confunde con las aguas donde vive. Su cola es larga, estrecha y flexible que ayuda los ágiles movimientos de sus cortas y regordetas extremidades, terminadas en unas simples uñas unidas por membranas.

El Jichi es un espíritu que resguarda las aguas de la vida y, por ello, le gusta esconderse en ríos, lagos y pozos, todo lugar en donde se pueda beber una rica y fresca agua. El agua es un recurso que siempre debe ser protegido y bien gestionado, un elemento fundamental para la vida que, cuando es malgastado, pone de muy mal humor al Jichi que huirá de aquellos que hagan un mal uso del agua. Al irse, el agua también se va con él y deja atrás una fulminante sequía.

Los tres pueblos se aseguran siempre de rendirle el adecuado tributo al Jichi, sabiendo lo que pasa si no lo tienen contento. No hay que estropear su medio arrancando las plantas acuáticas que decoran su morada, ni apartar los granículos de pochi que cubren su superficie. Molestar a este guardián del agua es jugarse los cultivos, la pesca y la supervivencia de los pueblos.

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