Una tercera leyenda africana, en esta ocasión de los antiguos Antankarana de Madagascar, nos habla de cómo hizo aparición uno de los lagos de su región, el Antañavo, el cual es considerado sagrado y cuyas aguas no deben tocarse jamás con el cuerpo.
Dice la leyenda que en un principio el lago Antañavo no existía, sino que en su lugar había un próspero poblado. En dicho lugar vivía una pareja la cual hacía pocos meses había tenido un bebé. Un día, al caer la noche el bebé rompió a llorar desconsoladamente. Su madre intentó calmarlo por todos los medios, pero nada tenía efecto. Finalmente decidió salir a pasear con el niño, llegando hasta un árbol bajo el cual las mujeres molían arroz durante el día. Una vez sentados y bajo la brisa de la noche, el bebé se calmó y se durmió.
La mujer trató de volver a casa con el niño, pero en el trayecto el pequeño rompió de nuevo a llorar. La madre volvió al mismo lugar de antes, bajo el árbol, y de nuevo su hijo volvió a tranquilizarse. Al intentar volver a casa de nuevo, se repitió la misma situación. Y ello ocurrió varias veces más. Finalmente, la joven madre, cansada, tomó la decisión de dormir bajo el árbol. Pero justo cuando se disponía a hacerlo de golpe todo el poblado desapareció, hundiéndose en las aguas todo el terreno hasta donde estaban la madre y su bebé.
Tras ello la madre corrió a contar lo sucedido a los pueblos vecinos, los cuales empezaron a considerar el lugar como sagrado. Dicen que los cocodrilos que pueblan el lago Antañavo son las almas de los antiguos habitantes del poblado.