Muchos argentinos viajan cada año para desempeñar diferentes tareas en el confín del mundo y permanecer 16 meses en la Antártida.
Aunque la vida en la Antártida es ardua, una cierta cantidad de argentinos deciden postularse cada año para trabajar bajo temperaturas escalofriantes y con veranos prácticamente inexistentes.
En general, quienes buscan este nuevo rumbo pasajero son motivados por el desafío, pero vuelven con más que una aventura: traen una experiencia de vida y laboral imposible de adquirir en otro ámbito.
No solo los militares pueden “radicarse” en el confín del mundo.
Profesionales, técnicos y estudiantes que no integran las Fuerzas Armadas también tienen la posibilidad de obtener empleo durante un año y no solamente en las campañas de verano.
La selección de quienes aplican para los puestos la realiza el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y la Dirección Nacional del Antártico – Instituto Antártico Argentino (DNA-IAA), que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Los puestos a cubrir con personal civil son:
Ingenieros o técnicos informáticos y electrónicos.
Licenciados, técnicos o estudiantes avanzados de biología o carreras afines.
Observadores e inspectores meteorológicos y geomagnéticos; y pronosticadores.
El personal se distribuye en las seis bases permanentes argentinas y trabajan en los laboratorios multidisciplinarios que el IAA coordina en cada base.