Existen también numerosas leyendas que nos hablan de la historia del surgimiento de diferentes accidentes geográficos de Brasil. Una de ellas es la leyenda de las cataratas de Iguazú.
Dicha leyenda nos cuenta que la gigantesca serpiente Boi habitaba en el río Iguazú, a la cual los nativos guaraníes ofrecían en sacrificio a una joven a la cual arrojaban al río. Sin embargo, en una ocasión un hombre de nombre Tarobá se enamoró de la joven Naipí, quien iba a ser el sacrificio de dicho año.
Tarobá, que anteriormente había intentado convencer a los ancianos del pueblo para que no la sacrificaran, decidió coger una canoa y raptar a la joven para salvarla. La gran serpiente, furiosa ante el rapto del que iba a ser su sacrificio, los persiguió y terminó por golpear el río, dividiéndolo en dos de tal modo que Tarobá y Naipí fueron atrapados y creando junto con ellos las cataratas de Iguazú. Las aguas que caen de ellas son el cabello de la joven, mientras que Tarobá terminaría siendo transformado en árbol. La gran serpiente los vigila desde el fondo, pero cuando en las cataratas se forma el arcoiris ambos jóvenes se reencuentran.
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