DEJÉ LA LUZ A UN LADO

DEJÉ LA LUZ A UN LADO

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Dejé la luz a un lado, y en el borde

de la revuelta cama me senté,

mudo, sombrío, la pupila inmóvil

clavada en la pared.

¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme

la embriaguez horrible del dolor,

expiraba la luz, y en mis balcones

reía el sol.

Ni sé tampoco en tan terribles horas

en qué pensaba y qué pasó por mí;

sólo recuerdo que lloré y maldije,

y que en aquella noche envejecí.

                                                                                                                             Gustavo Adolfo Bécquer

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