Una de las principales leyendas argentinas es la de la Salamanca. Se trata de un lugar diabólico, donde el “supay” enseña sus artes, las brujas hacen sus reuniones y donde van los que se inician en la práctica del maleficio.
A la Salamanca va también, el famoso cantor, guitarrero o bailarín del pago, la vieja bruja que prepara los “gualichos”, la curandera, entre otros. Generalmente, la Salamanca es un lugar oculto, de difícil acceso, cuya entrada conduce a una cueva amplia y oscura.
Pero para entrar se necesita gran valor. El hombre o mujer neófito debe introducirse a la Salamanca desnudo, acompañado de un iniciado. A la entrada de la caverna hay un Cristo cabeza abajo al que hay que pegar y escupir.
Durante la reunión, se hace música con bombo, violín, arpa y guitarra. También se queman bombas de estruendo y se celebran bacanales, orgías y aquelarres que duran toda la noche.
La tradición popular dice que la música de la Salamanca solo deja de sonar cuando alguien se arrima a la cueva. También se cuenta que los animales que pasan por cerca de ella se espantan y huyen despavoridos.