El crespín es un ave de canto extraño que habita en el norte argentino, especialmente en los montes santiagueños. Un pájaro misterioso que tiene su propia leyenda.
La historia dice que había por esos pagos un matrimonio de campesinos que se dedicaban a labrar y cultivar la tierra. El hombre -llamado Crespín- era trabajador, paciente y resignado, pero la mujer era haragana y tenía pasión por el baile.
Un año de cosecha abundante, Crespín sesgaba su trigo bajo el sol de verano. Trabajaba muchas horas, y lo hacía todo él solo, pues su mujer estaba muy ocupada bailando.
Un día se enfermó y pidió a su mujer que fuera al pueblo a traerle medicamentos. Le dijo que volviera pronto pues necesitaba sanar lo antes posible para seguir la cosecha.
La mujer fue hacia el pueblo y vio fiesta en uno de los ranchos del camino. Se acercó y comenzó a cantar y bailar. De repente la vinieron a llamar, pues su marido había agravado y la necesitaba.
Pero ella dijo que la vida era corta para divertirse y larga para sufrir. Lo mismo respondió al segundo y tercer día. Cuando finalmente le avisaron que su marido había muerto, no le dio importancia y siguió bailando.
Varios días después, cuando la fiesta terminaba, volvió la mujer a su hogar y se encontró en la más terrible soledad. Lloró y lloró su pena, y por varios días y noches deambuló por los campos, llamando a su marido.
Enloquecida de dolor, le pidió a Dios que le diera alas para seguir su búsqueda, y Dios la convirtió en ave. Desde entonces, es el pájaro solitario que en épocas de cosecha llama a su compañero: cres pín, cres pín.