Algunas leyendas chinas tienen un fondo triste, pero que a su vez nos hablan de esfuerzo y perseverancia. Ejemplo de ello es la leyenda de Jing Wei, un ser mitológico que aprendió a aborrecer el mar e intenta secarlo por todos los medios.
Cuenta la leyenda que hubo una vez una joven princesa llamada Nu Wa (en honor a la deidad), hija del emperador Shen Nong. La joven amaba el mar y navegar por sus aguas, algo que hacía con habilidad y pasión y con la confianza de que nada malo le habría de pasar en ellas. Pero un día la corriente se llevó su barca, con tal suerte que estalló una tormenta y las grandes olas le provocaron hundirse y morir.
Sin embargo, su alma volvió al mundo en forma de Jing Wei, una hermosa ave en la que el antiguo amor por el mar se había transformado en un profundo odio al haberla matado. Y quiso vengarse. Acudió al mar y le comunicó que tenía intención de acabar con él, algo de lo que este se burló. El ave se dirigió entonces a tierra firme, y allí recogió todo lo que pudo para arrojarlo a las aguas y de este modo llenar el mar de tal modo que nadie más pudiera ahogarse, dispuesta a emplear todo el tiempo que fuera necesario, aunque fueran miles de años. Y ello es algo que la joven sigue haciendo día a día, llevando y arrojando con gran perseverancia todas las piedras, ramas y elementos que puede para lograr secarlo.