Uno de los tipos de mitos que podemos observar en casi todas las mitologías y culturas hacen referencia a algo que ha despertado la curiosidad de la humanidad desde el principio de ella tiempos: cómo se formó el universo. La mitología china nos ofrece en este sentido la leyenda de Pangu o P’an-Ku como posible explicación.
Dice la leyenda que al principio sólo existía el caos, estando cielo y tierra Unidos y concentrado el universo en un huevo negro. Dentro de él dormía un único ser, Pangu o P’an-Ku. Cuando esté ser despertó se encontró atrapado en el huevo, con lo que procedió a romperlo. Ello hizo que parte del huevo, la más ligera y clara, saliera despedida y conformidad el cielo, mientras que la parte inferior y más oscura conformaría la Tierra. El gigantesco ser tendría la cabeza en el Cielo y los pies en la Tierra, y con el paso de los milenios ambos se irían agrandando.
Tras ello, nacieron también cuatro seres: el Dragón, el Feng Huang (semejante al fénix), la Tortuga y el Qilin. Uniendo fuerzas con Pangu, formaron las estaciones y los cinco elementos.
Pero P’an-Ku no era inmortal, y llegó un momento en que murió. Su muerte daría luz a una gran cantidad de elementos del mundo: de su aliento surgió el viento y sus ojos se tornarían el Sol y la Luna. Su barba las estrellas y sus huesos los minerales. Sus extremidades configurarían los pilares que separan el Cielo y la Tierra, y su sangre los mares.