Iwia era un demonio que solía atormentar a la comunidad shuar en la selva. Un día, este ser devoró a todos los miembros de una familia, a excepción de un pequeño niño llamado Etsa a quien cogió y se lo llevó a su guarida, criándolo y haciéndole creer el demonio que él era su padre.
Etsa creció y el demonio le encomendó la tarea de traerle pájaros para poderlos tomar como postre. El niño cumplió con su misión, hasta que un día se dio cuenta de que ya no quedaban más aves en el bosque, a excepción de una paloma llamada Yapankam de la que se hizo amigo.
Esta le contó la historia real, lo que Iwia le había hecho a sus verdaderos padres y le dijo que la manera de devolver las aves a la selva era introducir plumas en una cerbatana y soplar. Y así lo hizo Etsa, quien también decidió matar al demonio como venganza por lo que le hizo a sus padres y liberar a las aves de su yugo.