En la mitología ecuatoriana, se dice que el Guagua Auca es un demonio creado por el alma de un niño que nació y murió sin llegar a ser bautizado. Su espectro tétrico se presenta ante los borrachines que pisan las calles a altas noches de la noche, asustándoles con un terrible chillido incesante que desespera hasta a la persona más cuerda.
Los incautos beodos buscan desesperados el origen del chillido hasta que encuentran de donde aparece. Lo primero que ven es una escena triste, un pobre niño recién nacido que debe haber sido abandonado por su madre y que lo ha envuelto en una manta a ver si alguien se hace cargo de él. ¿Quién dejaría a un pobre bebé abandonado ahí? Los borrachos, en una muestra de compasión, lo cogen para cuidarlo.
Pero lo cierto es que los pobres son ellos, tan bebidos que están que no van con precaución. Horas más tarde se dan cuenta del error que han cometido, viendo cómo el bebé cambia totalmente de fisionomía y el supuesto niño se convierte en un demonio, protagonista de la peor pesadilla que se os pueda venir a la cabeza.
Dicen que no son pocos los hombres que, tras una noche de juerga ebria, han sido encontrados muertos y con espumarajos en la boca, víctimas de su encuentra con el Guagua Auca.
3. Los orígenes de los Cañaris
Los cañaris eran una etnia que vivía en las actuales provincias de Azuay y de Cañar. Se cree que su nombre tiene relación con la idea de creer ser descendientes de la culebra y la guacamaya, dos figuras que tienen importante relevancia en la cosmovisión de este pueblo y del Ecuador moderno.
Según cuenta la leyenda, en aquellas tierras la diosa Pachamama mandó un diluvio que cubrió hasta la cima de la montaña más alta. Todo fue destruido a su paso, y solo dos hermanos sobrevivieron quienes a duras penas consiguieran llegar a una cima que todavía no estaba cubierta de agua. Tenían la esperanza de que en algún momento el nivel del agua bajaría, y decidieron esperar ahí.
Pero el agua no bajaba, y no tenían forma humana de conseguir comida con lo que en cuestión de días empezaron a desfallecer. Pero para su fortuna, y justo cuando estaban a punto de morir por hambre, los hermanos descubrieron una cueva en la que había comida. Volvieron al día siguiente y volvió a aparecer comida, como si por arte de magia se tratara. No entendían qué era lo que pasaba hasta que un día se dieron cuenta de que dos mujeres con forma de guacamaya eran las que les dejaban ahí alimentos diariamente. La belleza de sus plumas y sus siluetas femeninas enamoraron a los dos hermanos, cuyo amor fue correspondido y con ellas tuvieron muchos hijos. De esos hijos nacerían otros hijos, quienes serían los primeros pobladores del Cañar.