Te he dejado pasar
Aún de espaldas cargadas de llamaradas,
con secretos que cien campanas anunciarán al viento
No habrá palabras que rocen
Ni mi cara, ni mis manos ni mi cuerpo
Pero con frío te nombraré, aún en fiebres.
Aú cuando mi vida sea sólo como un humo negro
Saliendo del corazón de la tierra.
Algún reflejo dejarán mis melancolías
Sobre las arenas en que dejé mis labios
Te he dejado pasar, y a cambio
Me he quedado con tu muestrario mojado y eterno
Mi espléndido duelo sacudirá sus tinieblas
Y quedará tu voz empañada con mi aliento
Y vendrá el gemido largo de mi garganta arrinconada.
¿Es que ha habido tantas sombras coaguladas antes de ti!
Habrán ecos, rumores y temblores
Que tendré que roer a diario sin advertencias de futuro.
Mañana y pasado,
Desaguaré mi aliento en mi cabeza y en mis instintos. Podré preguntarle a Dios
Por el destino de cada paso tuyo.
Antes estabas por arriba de mis ojos,
Hoy estás en el soplo
Que estremece los idiomas de mis manos
Con furor y desparpajo
Es mi última sángrela que hoy empujo cuesta abajo.
Sus últimas gotas caerán al morir la tarde
Y cuando mi cuerpo caiga,
en donde quiera que estés, se estremecerá tu aliento,
aunque sin embargo te encuentres
en el alba apagada del olvido.
Carlos Alamo (escritor uruguayo, radicado hace muchos años en Berazategui)